La mujer que pelea por su hogar

Un hombre áspero, malo en sus tratos, indigno, insensato y que nadie puede hablarle.

El hombre se llamaba Nabal, y su mujer se llamaba Abigail. Y la mujer era inteligente y de hermosa apariencia, pero el hombre era áspero y malo en sus tratos, y era calebita.
1 de Samuel 25:3

¿Te es familiar esta historia?
Familias que sufren maltratos, iras, abusos, violencia u otro tipo de cosas negativas. Padres e hijos hundidos en el alcohol, infidelidades, mentiras y otros vicios.

Lamentablemente estas características son comunes en la vida de muchos hombres. Es la realidad de muchos hogares. Hijos destinados a repetir este ciclo destructivo que ha sido pasado de generación en generación.


Destinados al fracaso

David aun no era rey de Israel; estando en el desierto él y sus hombres habían protegido a los pastores de Nabal y sus rebaños, por lo tanto esperaban ayuda de su parte para cubrir sus necesidades. Sin embargo Nabal los rechazó y no quiso atender sus necesidades.

¿he de tomar mi pan, mi agua y la carne que he preparado para mis esquiladores y he de dárselos a hombres cuyo origen no conozco?
1 de Samuel 25:11

Por lo tanto David decidió levantarse en contra de Nabal y su casa.

Y David había dicho: Ciertamente, en vano he guardado todo lo que este hombre tiene en el desierto, de modo que nada se perdió de todo lo suyo; y el me ha devuelto mal por bien.
1 de Samuel 25:21

La casa de Nabal estaba destinada a ser destruída por sus malas decisiones. Honestamente era un hombre con intereses egoístas, cegado por sus deseos personales. Ahora toda su casa iba a sufrir a causa de él.

Mujer, Dios puede usarte para rescatar tu casa

Entonces Abigail se dio prisa y tomo doscientos panes, dos odres de vino, cinco ovejas ya preparadas, cinco medidas de grano tostado, cien racimos de uvas pasas, y doscientas tortas de higos, y los puso sobre asnos. Y dijo a sus mozos: Id delante de mí; he aquí, yo os seguiré. Pero nada dijo a su marido. - 1 de Samuel 25:18-19

Posiblemente estas viviendo una relación difícil y tus hijos han sufrido en sobremanera, temes que tu hijo repita las cosas que hace su padre y no sabes cómo cambiar esta situación. Déjame decirte que Dios puede obrar a través de tu perseverancia y dar vida a un hogar que ha estado roto por mucho tiempo.

Entonces David dijo a Abigail: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que te envió hoy a encontrarme, bendito sea tu razonamiento, y bendita seas tú, que me has impedido hoy derramar sangre y vengarme por mi propia mano. Sin embargo vive el Señor, Dios de Israel, que me ha impedido hacerte mal, que si tu no hubieras venido pronto a encontrarme, ciertamente, para la luz de alba, no le hubiera quedado a Nabal ni un varón. Recibió David de su mano lo que ella había traído y le dijo: Sube en paz a tu casa. Mira, te he escuchado y te he concedido tu petición. - 1 de Samuel 25:32-35

Esta historia de Abigail refleja claramente el poder de la mujer en la familia.. Ella no intentó que Nabal se convirtiera en el hombre que ella deseaba, ella no esperó que Nabal buscara del Señor para salvación de su casa, ella no se quedó de brazos cruzados esperando que todo mejorara. Abigail decidió actuar en justicia y fe. Ella reconoció que debía actuar en rectitud, que debía luchar por su casa y todo lo que tenía.

Dios te escucha y puede actuar en tu favor si das un paso y luchas por tu hogar. La obra transformadora del Señor inicia contigo. No puedes cambiar la vida de tu esposo o padre, solamente rendir tu vida por completo al Señor y que El obre en tu vida para impactar la vida de tus hijos.

¿Cómo peleo por mi hogar?

  1. Inicia contigo

    Cuando verdaderamente te sometes al Señor y tu vida empieza a mostrar frutos espirituales te conviertes en una luz en medio de la oscuridad. Una luz de esperanza para tus hijos.

  2. Guerrera de oración

    La palabra nos enseña que nuestra lucha no es contra carne ni sangre si no contra principados y potestades espirituales (Efesios 6:12). Tu mejor arma es la oración, para bendecir tu hogar, para bendecir a tus hijos y para pelear por tu relación.

  3. Todos necesitamos a Cristo.

    El hombre en tu hogar que te ha hecho daño necesita a nuestro Salvador. Posiblemente está sufriendo con la vida que lleva y él necesita encontrarse con Jesús. Pide al Señor que lo alcance su gracia y amor para salvación y restauración de su vida. Recuerda, Dios nos ama más de lo que nosotros podemos amar.

  4. Dios hace la obra

    Por más que desees el cambio en tu esposo, hijo o padre únicamente Dios puede cambiar nuestro corazón y que seamos transformados. Nosotros podemos sembrar una semilla en el corazón pero Dios es quién se encarga que de fruto a su debido tiempo.

Comparte con nosotros. Tu historia puede motivar a otros creyentes atravesando momentos difíciles.
¿Tienes algún testimonio de restauración familiar?